Girl Power

¡Te hicieron la propuesta! ¿Y ahora qué?

La Propuesta Por supuesto que llegará el momento en el que sí hayamos encajado con el entrevistador y la compañía decida hacernos una oferta. ¡Felicidades, qué buena noticia! Este es el momento ideal para hacer todas las preguntas incómodas, para negociar y evaluar si en realidad lo que ofrecen es lo que buscamos. Tanto en el ámbito laboral como el personal, esta es la oportunidad para preguntar acerca de crecimiento y trayectoria a largo plazo. También es la ocasión para hacer un plan de trabajo/plan de vida y replantear claramente cuáles son nuestras metas y expectativas para esta relación. Y si queremos la propuesta. Muchas veces nos podemos dejar llevar por el momento de éxtasis al recibir una oferta, dejando pasar una excelente oportunidad para negociar. Dar el “sí, acepto” muy rápido también puede ser un error. Una vez aceptada la oferta es más difícil hacer modificaciones al contrato. De forma paralela, una vez encaminada una relación, es complicado cambiar algunos de los acuerdos iniciales.

Antes de aceptar la propuesta, asegurémonos de que ésta cumple con todas o al menos la mayoría de nuestras condiciones. Adicionalmente, estemos seguros de poder aceptar al largo plazo aquéllas que le falten.

También es fundamental diseñar nuestras preguntas de acuerdo al tipo de propuesta que tenemos frente a nosotros. Así como no es lo mismo recibir una oferta para entrar a una compañía para realizar prácticas profesionales que ser ascendido a miembro del consejo, la declaración amorosa para empezar una relación de noviazgo no se equipara a una propuesta matrimonial. Como empleado junior, será suficiente saber a qué hora se espera que estemos en la oficina y quién conformará nuestro equipo, mientras que como miembro del consejo habrá que preguntar acerca de las responsabilidades que implica tener un voto en decisiones de la empresa y de qué cantidad de acciones podremos disponer. Algunas preguntas que se pueden plantear al comenzar un noviazgo para medir compatibilidad son las siguientes:

• ¿Cuántas veces a la semana esperas que nos veamos? • ¿Qué actividades te gustaría que compartiéramos juntos? • ¿Qué nivel de relación te gustaría que yo tuviera con tus amigos(as)? • ¿Qué esperas de mí como novio(a)?

Antes de comprometernos al matrimonio, puede ser muy útil discutir las siguientes preguntas:

• ¿Quieres tener hijos? Si sí, ¿cuántos y cuándo? • ¿Cuáles festividades compartiremos con tu familia y con la mía? • ¿Cuáles serán nuestras metas económicas para los siguientes cinco/diez años? • ¿Cuáles serán mis labores en la casa y cuáles serán las tuyas?

La diferencia entre un escenario y otro, es que en el ámbito laboral habrá una oportunidad clara para la negociación, mientras que en una relación interpersonal puede ser un poco más complicado encontrar el momento perfecto para hablar de estos temas. Sin embargo, es importante poder tener estas conversaciones que quizás no sean las más cómodas con la pareja. Esto con el propósito de expresar las opiniones de uno y otro para analizar dónde es que hay coincidencias y dónde discrepancias de manera tranquila, no esperar a que el problema ya haya explotado en nuestra cara. Esto no significa que sólo podemos estar con la persona que piensa textualmente igual que nosotros. Que coincide perfectamente en cada una de sus respuestas; pero al menos saber la opinión del otro en estos temas nos dará las herramientas necesarias para analizar y decidir si lo que viene es un camino que queremos tomar juntos. Es también muy probable que la pareja o nosotros mismos no tengamos una respuesta exacta prediciendo el futuro, pero podremos cuando menos expresar lo que en ese momento desea nuestro corazón y partir de ahí. Nunca me he sorprendido tanto como cuando mi amiga Jimena me contó que se divorciaba de su esposo tan sólo dos años después de haberse casado; habían compartido siete años de noviazgo. La razón: ella quería tener hijos y él no. Uno pensaría que en siete años hubo la oportunidad de hablar acerca de este tema tan trascendental. Sin embargo, al ser un tema que les incomodaba, prefirieron no discutirlo hasta que fuera inevitable. El rompimiento fue duro y a ambos les costó mucho trabajo separarse; pero se dieron cuenta de que su expectativa de familia era demasiado divergente y no lograron encontrar metas en común.

Compromiso

Si las preguntas incómodas ya fueron planteadas y aún pensamos que es buena idea proseguir, ¡firmemos contrato! Asumamos el compromiso que implica un trabajo o una relación nueva y concentremos tiempo y energía para hacer que funcione. Si de antemano identificamos áreas en las que tenemos que trabajar para ser exitosos; no perdamos el tiempo y empecemos a corregir aquello que haga falta. Después de todo, empezar una relación es un proceso; tenemos que poner de nuestra parte para que marche viento en popa.

Si tomamos la decisión de aceptar una propuesta de exclusividad a largo plazo, es necesario cerrar otros procesos que estén abiertos.

Así como es posible que nos hayamos entrevistado con varios lugares al mismo tiempo, es posible que hayamos ido a citas con diferentes personas en el mismo período. Sin embargo, por profesionalismo hacia nuestro nuevo empleador o respeto a nuestra nueva relación, si ya nos hemos comprometido, será mejor que los otros ciclos lleguen a su fin. Así como no nos gustaría que la empresa siguiera entrevistando para nuestra posición, enterarnos de que nuestra pareja sigue saliendo con otras personas podría ser muy doloroso. Ahora bien, el nivel de compromiso dependerá del tipo de relación que se haya buscado. Si el contrato es estrictamente temporal, no será sorprendente que sigamos buscando nuevas ofertas. Es por esto que es muy importante definir el tipo de relación en la que se está embarcando. Un error común es pensar que el tipo de compromiso pactado puede cambiar. Cuando me gradué de licenciatura, empecé una pasantía en una organización; desde el inicio me indicó que no tenía presupuesto para contratarme. Tomé la oportunidad, pensando que si mi desempeño era excepcional encontrarían la forma de hacerme una propuesta de tiempo completo. Sin embargo, al finalizar mi pasantía; después de meses de trabajo duro, lo único que recibí fue un agradecimiento y una despedida. La oferta nunca llegó.

Lo mismo sucede en las relaciones interpersonales.

Si desde un inicio el/la pretendiente indica que no está buscando algo a largo plazo y no quiere nada serio; no podemos esperar que esta persona se enamorará y cambiará de opinión algún día. Puede suceder, no lo niego; pero lo más probable es que no exista esa oportunidad si desde el primer día se cerró esa puerta. Si queremos continuar la relación, definamos el tipo de compromiso esperado y tengamos la madurez de asumirlo como sea necesario.]]>