comparten la dificultad que existe para que las tengan en cuenta en sus respectivos campos, pese a que son trascendentales para resolver problemáticas tan importantes como las ambientales. Esta relación entre mujeres, ciencia y cambio climático compuso la agenda de un foro que se realizó el pasado martes en la Universidad de Caldas, en el que participaron científicas de diversas disciplinas. Uno de los casos presentados fue el de la recuperación de la cuenca del río Chinchiná. La antropóloga Érika Acevedo, docente de la Universidad de Antioquia que ha hecho estudios de campo en esa región, concluyó en su ponencia que “el fortalecimiento de las capacidades de las mujeres al interior de las comunidades cafeteras, así como la aceptación (…) de sus aportes alrededor de temas climáticos debe ser vista como una estrategia adaptativa”. Se refería al “imperativo” de vincularlas, por ejemplo, en la planeación frente a riesgos ecológicos de su labor en el campo, como en el Plan de Ordenamiento y Manejo de la Cuenca (Pomca). (Además: Mujeres cafeteras cuidan el agua para frenar la violencia). Jennifer Twyman, del Centro de Investigación de Agricultura Tropical que asesora planes de adaptación con enfoque de género en Cauca, tiene una idea similar. “Es importante reconocer que las mujeres sí participan en casi todo lo que tiene que ver con la vida en el campo y darles la información que necesitan para tomar decisiones sobre sus riesgos agroclimáticos”, dijo. Acevedo destacó iniciativas de colaboración entre mujeres cafeteras, como el proyecto Alma Verde que nació en Neira (Caldas) y se ha extendido a otros municipios del departamento.