Girl Power

La Carta de Dina Leygerman y su Importancia a Nivel Social

Después de la marcha ocurrida la semana pasada por todo el mundo, de mujeres alzando la voz en contra del presidente electo, una mujer twitteó lo siguiente:

“I am not a “disgrace to women” because I don’t support the women’s march. I do not feel I am a “second class citizen” because I am a woman….”

(“No soy una desgracia como mujer por no apoyar la Marcha de las Mujeres. No me siento como un ciudadano de segunda clase sólo por ser mujer…”)
Este comentario dió muchas vueltas por internet, provocando reacciones de todo tipo. Pero una en especial, Dina Leygerman que se tomó el tiempo de escribir una carta en torno a esta frase que dejó a todo el mundo con la boca abierta y se lo dedicó a la mujer que escribió ese tweet. La carta es esta:

Da gracias.

“Da gracias. Da gracias a las mujeres que te dieron una voz. Da gracias a las mujeres que fueron arrestadas, encarceladas, golpeadas y rociadas de gas para que tú tuvieras voz. Da gracias a las mujeres que se rehusaron a darse por vencidas. A las mujeres que lucharon sin cansancio para que tú tuvieras voz. Da gracias a las mujeres que pusieron su vida en pausa -para tu suerte- que “no tuvieron algo mejor que hacer” que marchar en protesta por tu voz. Para que tu no te sientas como “un ciudadano de segundo plano”. Para que tú te sientas “igual”.

Dale las gracias a Susan B. Anthony y a Alicia Paul por tu derecho a votar. Dale las gracias a Elizabeth Stanton por tu derecho a trabajar. Dale las gracias a Muad Wood Park por tu cuidado prenatal y tu identidad fuera de la de tu esposo. Dale las gracias a Rose Schneiderman por tus condiciones de trabajo humanas. Dale las gracias a Eleanor Roosevelt y a Molly Dewson por tu capacidad de trabajar en la política. Dale las gracias a Margaret Sanger por tu derecho a control de natalidad. Dale las gracias a Carol Downer por tus derechos de cuidado en materia de reproducción. Dale gracias a Margaret Fueller por tu derecho de igualdad en educación.

Agradece a Ruth Bader Ginsburg, Shannon Turner, Gloria Steinem, Zelda Kingoff Nordlinger, Rosa Parks, Angela Davis, Malika Saada Saar, Wagatwe Wanjuki, Ida B. Wells, Malala Yousafzai. Agradece a tu madre y a tu abuela que no tenían ni la mitad de los derechos que tú tienes hoy.

Puedes tomar tus propias decisiones, hablar y ser escuchada, votar, trabajar, controlar tu cuerpo, defenderte a tí misma, defender a tu familia, gracias a las mujeres que marcharon. No hiciste nada para ganarte estos derechos. Tu naciste con estos derechos. No hiciste nada más que beneficiarte de esto, de mujeres fuertes, mujeres que lucharon en contra de la misoginia, que empujan para salir del patriarcado y pelean por ti. Tú siéntate en tu pedestal, un pedestal que tienes suerte de tener para escribir. Una guerrera de teclado. Una luchadora por complacencia. Aceptando lo que se te fue regalado. Negando los hechos. Envuelta en tu ilusión de igualdad.

No eres igual. Aún cuando así te sientas. Sigues ganando menos que un hombre por hacer el mismo trabajo. Ganas menos como CEO, como atleta, como actriz, como doctora. Ganas menos en el gobierno, en la industria de la tecnología, en el cuidado de la salud.

Sigues sin tener derecho completo de tu cuerpo. Hombres siguen debatiendo sobre tu útero. Sobre tu cuidado prenatal. Sobre tus decisiones. Sigues teniendo que pagar impuestos por tus necesidades básicas sanitarias.

Sigues teniendo que cargar con algo para protegerte cuando caminas sola por la noche. Sigues teniendo que probar ante la corte por qué estabas ebria la noche que te violaron. Sigues teniendo que justificar tu comportamiento cuando un hombre se pasa contigo.

Sigues sin tener derecho a un salario en tu licencia de maternidad. Sigues teniendo que regresar a trabajar cuando tu cuerpo está roto. Cuando sufres silenciosamente depresión postparto. Sigues teniendo que luchar por poder amamantar en público y probar a otras mujeres porque tienes derecho a hacerlo. Sigues ofendiendo a las personas con tus senos.

Sigues siendo objetivada. Sigues recibiendo ofensas cuando caminas por las calles. Sigues siendo sexualizada. Todavía te dicen si estás muy gorda o muy flaca. Si eres muy joven o estás ya vieja. Te aplauden cuando “envejeces con gracia”. todavía te dicen que los hombres se ven mejor que tu al envejecer. Te dicen cómo vestirte como una dama. Y te juzgan de acuerdo a como te ves en lugar de lo que hay en tu cabeza. La marca de tu bolsa es más importante que tu título profesional.

Sigues siendo abusada por tu esposo, por tu novio. Sigues siendo asesinada por tu pareja. Siendo golpeada por tu alma gemela.

Es todavía peor si eres una mujer de color, si eres gay, transgénero.

A tus hijas las personas les siguen diciendo que son bonitas antes de llamarlas inteligentes. Se les sigue diciendo que se comporten porque los “hombres son hombres”. A tus hijas les siguen diciendo que si un niño les jala el pelo, es porque le gustan.

No eres igual. Tus hijas no son iguales. Sigues estando sistemáticamente opresa.

Estonia permite que tomes hasta 3 años, completos de paga por los primero 435 días cuando tienes un bebé. En EUA no existe la licencia de maternidad.

En Singapur las mujeres caminan seguras de noche por las calles. En EUA, no.

En Nueva Zelanda existe el nicho de desigualdad en salario más pequeño del mundo del 5.6%. En EUA es de 20%.

Islandia tiene el número más alto de mujeres CEO con el 44%. EUA tiene el 4%.

EUA está en el número 45 en el ranking mundial de igualdad, junto con Ruanda, Cuba, Filipinas y Jamaica.

Pero lo entiendo. No lo quieres admitir. No quieres ser una víctima. Crees que “feminismo” es una mala palabra. Crees que no es “nice” el luchar por la igualdad. Odias la palabra “pussy” amenos claro que la uses para referirte a un hombre que no te alcanza. Conoces al tipo de hombre que “le permite” a “su” mujer hacer lo que se le dé la gana. Lo entiendo. Crees que las mujeres feministas son emocionales, irracionales, irrazonables. ¿Por qué las mujeres no pueden ser felices con sus vidas, no? Tienes lo que tienes y no tiene por qué no ser suficiente, ¿no?

Lo entiendo. Quieres sentirte empoderada, No quieres creer que estas oprimida. Porque eso significaría que de hecho, eres un “ciudadano de segundo plano”. Y no quieres sentirte como uno. Lo entiendo. Pero no te preocupes. Yo marcharé por tí. Yo marcharé por tu hija. Y por la hija de tu hija. Y a lo mejor seguirás sintiendo que el mundo no ha cambiado. Creerás que siempre has tenido los derechos que tienes hoy. Y está bien. Porque las mujeres a las que realmente les importa, apoyan a otras mujeres y no les importa realmente lo que tu pienses sobre ellas. Les importa su futuro y el futuro de las mujeres que viene después de ellas.

Abre los ojos. Ábrelos bien. Porque estoy aquí hoy para decirte que al igual que millones de mujeres, no eres igual. Nuestra igualdad es una ilusión. Un truco de la mente. Perdón por decírtelo, pero no eres igual y tus hijas tampoco lo son.

Nosotras caminaremos por tí. Lucharemos por tí. Y algún día serás realmente igual en lugar de sólo sentirte así.”

~ Dina Leygerman, 2017.


Lee la carta original aquí

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